viernes

Pingüinos y salsa de tomate.


Es cierto, lo que he dicho,
lo que piensas, es verdad
y no me gustaría negar lo
que es un tanto obvio,
me daría pereza entrar a un
argumento de lo que se da
por sentado.

Así como a tí te pasó lo mismo,
se creó la almalgama perfecta
de costumbres y tradiciones
de palabras y discuciones.

De alguna forma te vivo todos los días,
estás impregnado en mi piel,
que no intervenga tu ego aún.

Somos la mezcla y el fragmento
de todo lo que vemos, de
todo lo que hemos probado,
es como un almacen sin capacidad
definida, se van quedando como
archivo muerto la mayoría de los recuerdos.

Pero no te confies, que así
como las de mi muñeca,
las cicatrices también se borran.

Al final ni pingüinos, ni salsa de tomate.

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